Cuando llevé a Irene a la revisión de los 2 años ( o sea hace más de un año) al mirarle los oídos me dijo la enfermera:
-Menudo tapón¡¡ esto hay que quitar
-Yo con un cierto complejo de cochina, aunque se que no es culpa mía (lo de que se formen tapones) le dije que muy bien que si ahora mismo.
-No casi no, te voy a dar unas gotas y se las pones unos días antes de venir
Quedamos en que la llevaría con Ignacio que tenía revisión a los pocos días.
El día de autos fuimos los 3 y mi madre (para ayudarme claro), con los oídos debidamente goteados.
Comenzó la operación a base de chorros de agua caliente y de repente exclama la enfermera '¡PERO QUE ES ESO¡¡¡'
Yo, que tenía a Irene en brazos, no veía a que se refería y por la cabeza se me pasaron infinidad de cosas que podían salir de esa oreja, y de repente se oye un clinc y salió un precioso pendiente de oro y perla con pinchito y todo.
Y lo único que conseguí balbucear fue, 'pero si además no es suyo'
Conclusión, Irene en la terrible edad de los 2 años, a la que ya se aproxima Ignacio, me copiaba todo lo que hacía, me vió ponerme los pendientes y ella también se lo quiso poner, sólo que le resultó mas fácil hacerlo en el agujero más grande.
2 comentarios:
Esta historia es tremenda! Creoq ue me la contaste un día pero no deja de fascinarme...
Bss!!
¡¡¡ En serio !!!! ¡¡¡ Que barbaridad !!! ¡¡¡ Pobre !!! Y no le dolia?
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